
Corría el año 1884 cuando Leon Breitling puso su primer taller en Saint-Imier, teniendo claro desde su inicios que se dedicaría a los medidores de tiempo profesionales, obteniendo su primera patente de cronógrafo de un solo pulsador rápidamente. Sus medidores tuvieron tanto éxito que pronto, en 1892, se traslado a La Chaux-de-Fonds para ampliar su negocio.
En 1915 su hijo Gaston Breitling tomó las riendas de la manufactura, siguiendo, con grandes éxitos, la tradición de su padre hasta su temprana muerte en 1927.